En respuesta a la polémica que se suscitó y se desarrolló dentro de las iglesias, y en la sociedad indonesia en general, en relación a la existencia de personas LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero), la Sesión del Comité Ejecutivo de la Comunión de Iglesias de Indonesia (CII) desea expresar algunas consideraciones, las cuales se indican debajo.
Nos hemos dado cuenta de que la actitud y las enseñanzas de las iglesias en esta materia son muy diversas, y las consideraciones aquí expresadas no pretenden homogeneizarlas. Estas consideraciones son, en realidad, una invitación a las iglesias miembros a explorar esta cuestión. El Comité Ejecutivo estaría muy agradecido si el resultado de la profundización de la reflexión de las iglesias pudiera proporcionar ideas básicas para una retroalimentación hacia el Comité Ejecutivo con el fin de mejorar la posición y puntos de vista de la CII sobre este asunto. Introducción 1. La humanidad es la imagen y semejanza perfecta de Dios. Debido a que la imagen de Dios es perfecta, la dignidad de la humanidad debe ser respetada y sostenida. 2. Dios creó a la humanidad y a toda la creación, las cuales son diversas y diferentes entre sí. Vivimos en una diversidad de razas, étnias, géneros, orientaciones sexuales, y religiones. Esta diversidad es una realidad que Dios nos ha dado, y debemos aceptarla con una actitud positiva y realista. 3. Ser positivos y realistas en nuestros puntos de vista respecto de esta diversidad significa que tenemos que aceptarnos, amarnos y respetarnos mutuamente. Ser positivo y realista acerca de la diversidad dada por Dios significa que tenemos que tratar de entender y aceptar todas las diferencias con amor. Ser positivo y realista acerca de la diversidad significa también que estamos en contra de todas las formas de odio, injusticia, discriminación, explotación y opresión de los demás seres humanos, de todos los seres vivos, y de toda la creación de Dios. En su lugar, buscamos articular todas las diferencias sin prejuicio. Ser positivos y realistas significa que hemos de mantener y preservar la comunidad humana en su diversidad a fin de traer bienestar a toda la humanidad, a todos los seres vivos, y a nuestro planeta. Punto de partida 4. Hablar de las personas LGBT significa hablar de seres humanos que fueron creados por Dios, un Dios que nos ama mucho. 5. La existencia humana y la orientación sexual de las personas LGBT es una realidad que ha existido durante mucho tiempo. Las personas LGBT no son ni el producto de la cultura moderna ni el producto de las culturas occidentales. Las personas LGBT existen en nuestra sociedad y, de acuerdo a la Antropología, siempre han tenido lugar en muchas de las culturas tribales en nuestra sociedad. 6. Cuando nos enfrentamos a la cuestión moral, uno de los mayores problemas que se plantea es la forma en que interpretamos los textos bíblicos. La interpretación de los textos de las Escrituras que ignoran la intención y el propósito de sus autores puede llevarnos a producir una interpretación completamente diferente de la finalidad de la redacción original de ese texto. Con respecto a las personas LGBT, de hecho, la Biblia habla acerca de esta situación, pero la Biblia no nos da una valoración ético-moral respecto de su existencia. La Biblia no critica la orientación sexual. Lo que la Biblia critica es la mala conducta sexual y la explotación cometida por cualquier persona, incluyendo a las personas heterosexuales, o aquellos personas que son consideradas “normales”. El mensaje principal de la historia de la creación de Adán y Eva (Génesis 1:26-28; 2:18, 21-24), por ejemplo, trata sobre los antecedentes de la institución de la familia humana, a quienes se les dio la responsabilidad de llenar la tierra y cuidar de ella. Esta historia no tiene en absoluto la intención de negar la existencia de las personas LGBT. 7. Hay varios otros textos de la Biblia que son interpretados de forma incorrecta, por lo que se concluye que esos pasajes critican a las personas LGBT. Sin embargo, a través de una interpretación más precisa, la crítica de aquellos versos bíblicos está en realidad dirigida a otras cuestiones. Por ejemplo: La Biblia critica fuertemente el culto de la fertilidad (el culto de Baal y Asera en Jueces 3:7; 2 Reyes 23:4) por las naciones vecinas de Israel en aquel tiempo, que practicaban rituales sexuales, es decir, el comportamiento sexual formaba parte del culto a Baal (Deuteronomio 23:17-18); así como el paganismo romano en el Nuevo Testamento (Romanos 1: 23-32). La Biblia también critica las actitudes xenófobas hacia los extranjeros por parte de la gente de Sodoma mediante la práctica de la explotación sexual de personas del mismo sexo. El objetivo es avergonzarlos (Génesis 19:5-11 y Jueces 19:1-30). Por lo tanto, esos pasajes de la Biblia no estaban destinados a atacar, rechazar o discriminar a las personas LGBT. Otros textos de la Biblia, que a menudo se utilizan para juzgar a las personas LGBT, incluyen Levítico 18:22; 20:13; 1 Corintios 6:9-10; 1 Timoteo 1:10. Lo que se rechaza en esos textos bíblicos es todo tipo de mala conducta y explotación sexual que fuera llevada a cabo por cualquier persona, en cualquier caso, incluso por razones religiosas, y que fuera dirigida contra cualquier persona, es decir, tanto contra mujeres como varones y niños. Recomendaciones 8. La CII nos recuerda a todos considerar los resultados de la investigación de vanguardia en el campo de la medicina y la psiquiatría, las cuales ya no incluyen a la orientación sexual LGBT ni como una enfermedad ni como trastornos mentales o como alguna forma de delincuencia. Las declaraciones de la Organización Mundial de la Salud, de organismos de Derechos Humanos internacionales, los cuales se basan en el progreso de la investigación de la ciencia médica, pueden ayudarnos a entender la existencia de las personas LGBT y luchar por sus derechos como seres humanos. La Asociación de Psiquiatras de Indonesia (PDSKJI) refiriéndose a las directrices para la clasificación y diagnóstico de los trastornos mentales en la edición Indonesia II de 1983 (PPDGJ II) y III de 1993 (PPDGJ III) afirma que ser una persona LGBT no es una enfermedad mental. Tampoco es una enfermedad espiritual. En muchos casos, la orientación sexual de las personas LGBT se experimenta como algo natural que ha sido recibido desde que una persona nace; a pesar de que puede haber casos de personas cuya orientación se produce como resultado de las influencias sociales. Es difícil distinguir lo que es natural y lo que es la crianza, es decir, causada por influencias sociales. Aun así, para muchas personas, la orientation sexual de las personas LGBT no es una opción, sino algo dado. Por lo tanto, ser una persona LGBT, especialmente para aquellas que han nacido con ella, no es un pecado, y no debemos forzarlas al arrepentimiento. Tampoco hay que obligarlas a cambiar, sino que, al contrario, debemos ayudarles a fin de que puedan aceptarse a sí mismos como un regalo de Dios. 9. La Iglesia, como una comunión inclusiva y como la familia de Dios, debe aprender a aceptar a las personas LGBT como una parte integral de nuestra comunidad, como parte del “Cuerpo de Cristo”. Debemos proporcionar oportunidades para que puedan crecer como seres humanos completos física, mental, social y espiritualmente. 10. La CII insta a sus iglesias miembros a prepararse y llevar a cabo su guía pastoral hacia sus familias con el fin de que puedan aceptar, abrazar y amar a sus miembros que sean LGBT. El rechazo de la familia hacia sus miembros que son personas LGBT podría potencialmente crear trastornos psiquiátricos, la creación de una negación de sí mismas (auto-rechazo), lo que se traduce en el aumento del potencial de suicidio entre las personas LGBT. 11. Hasta ahora, muchas personas LGBT han sufrido física, psicológica, social y espiritualmente a causa de estigmatizaciones religiosas y comportamientos violentos cometidos por algunas personas de fe. Las personas LGBT han sido humilladas, condenadas al ostracismo y discriminadas, incluso por el Estado. Las iglesias deben adoptar una postura diferente. Los iglesias no sólo deben aceptar a las personas LGBT sino que tienen que luchar para que ellas puedan ser aceptadas a la vez que sus derechos sean reconocidos tanto por la sociedad como por el Estado. Especialmente, hablamos del derecho a no ser discriminados o excluidos, del derecho a la protección contra la violencia, del derecho a obtener un puesto de trabajo, y así sucesivamente. ¡Los actores de este país deben garantizar que se respeten los derechos y la dignidad de las personas LGBT! Las personas LGBT deben tener la oportunidad de vivir en justicia y en paz. 12. La CII llama a sus iglesias miembros, a las comunidades y a la nación entera a aceptar e incluso luchar por los derechos y la dignidad de las personas LGBT. Nuestra grandeza como nación civilizada solo podrá verse en nuestra capacidad para aceptar y ayudar a quienes realmente están sufriendo discriminación e injusticia. Sin embargo, la CII es consciente de que las iglesias miembros y el pueblo de Indonesia no están dispuestos a aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por lo tanto, la CII, junto con sus iglesias miembros y todos los miembros de la sociedad, todavía requieren tanto de diálogo como de una conversación teológica en profundidad respecto de este asunto. Conclusión 13. Las personas LGBT en sí no son el “problema”. Las personas LGBT se convierten en “un problema” porque nosotros creamos este “problema”. Nosotros somos quienes les hemos dado un estigma negativo. Por lo tanto, se necesita que tengamos madurez, humildad, actitud racional como así también la capacidad de ser justos al tratar con su situación. Debemos mantenernos lejos de la tendencia a juzgar o engañar a nadie. En su lugar, tenemos que aprender a establecer una unidad nacional y una hermandad humana basada en la igualdad y en la justicia. 14. Nos gustaría, en primer lugar, transmitir esta carta pastoral a las iglesias en Indonesia, pero también a toda la sociedad indonesia. Como iglesias, seguiremos encomendándonos a la guía del Espíritu Santo para profundizar el conocimiento y fortalecer nuestra fe y compromiso en la aceptación de las personas LGBT. Yakarta, 28 de mayo de 2016 Comité Ejecutivo Comunión de Iglesias de Indonesia Traducción: Dr. Hugo Córdova Quero
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por Joaquín
Por segunda ocasión en mis más de cuarenta años de vida participé en la marcha del orgullo gay en Seúl, Corea del Sur, edición 2016. A diferencia del año anterior, hoy guardaba mucha expectativa acerca de las actividades de la comunicad LGBTI en Corea, así como la manera en la que enfrentarían la oposición de ciertos grupos conservadores que se instalan alrededor de la plaza central de Seúl en donde se celebra el festival, el cual se le conoce en coreano como el Festival Cultural Queer. El año pasado el lema del festival fue Queer Revolution. Este año fue "Queer I’am". Con la experiencia del año pasado, acudí al evento con mayor seguridad y acompañado de un amigo ruso. Toda una experiencia para él si consideramos que en su país jamás se ha realizado un evento LGBTI de esta naturaleza. Tanto él como yo estábamos muy emocionados de participar juntos en el festival, dentro de una cultura tan diferente a la Occidental. Sin embargo, me di cuenta de que para la comunidad LGBTI no existen esas diferencias culturales a la hora de expresarse públicamente. Desde antes de llegar uno podía reconocer en los alrededores a los gay y lesbianas con sus amigos dirigiéndose a la plaza central. Al llegar a la zona del festival nos encontramos con cientos de policías que custodiaban el evento de algunos grupos conservadores que agitaban pancartas con mensajes de rechazo y odio. Al igual que el año pasado, sentí que por ese día estaba protegido de cualquier discriminación al expresarme públicamente dentro del espacio del festival. La gente comenzó a llegar desde las 11:00 am para disfrutar de los diferentes eventos. En toda la plaza central se instalaron diferentes puestos que atestiguaban la diversidad que representa el arcoíris para la comunidad LGBTI. Primero estaban los grupos culturales que regalaban tatuajes, fotografías, libros y daban información de diferentes asociaciones artísticas y de derechos humanos. Luego, para mi sorpresa, se ubicaba la sección religiosa. Sí, tres iglesias incluyentes que celebraron sus servicios de oración en medio de la multitud dentro del festival. Una de ellas organizó una serie de cantos y alabanzas cristianas que llamaron la atención de todos los que pasaban por ahí y se reunían a cantar con nosotros. Por increíble que parezca pude ver como se alababa a Dios dentro del festival queer. Luego seguían las secciones de las embajadas, las alianzas gay-heterosexuales, los grupos de lesbianas, la sección de bocadillos y bebidas, el área del festival de cine gay y muchos otros grupos que representaban la gran diversidad de la comunidad LGBTI. Lo más interesante que pude observar fue la presencia de gente heterosexual, algunas familias con sus hijos, gente en silla de ruedas y parejas heterosexuales tomados de la mano. Realmente se respiraba ese espíritu de convivencia sin importar las diferencias. En esta ocasión hubo representantes extranjeros de la sociedad civil, con lo que se ve la apertura que está comenzando a tener Corea del Sur. A las 4:00 pm se hizo un anuncio importante: el mapa del recorrido de la marcha. Y lo considero un anuncio importante porque el año pasado la ruta del desfile permaneció en secreto con el fin de evitar que ciertos grupos conservadores impidieran el paso del contingente. Esta vez se nos presentó en pantalla gigante, a la vista de todos, las calles por la que juntos caminaríamos por más de 3 kilómetros. Durante casi todo el recorrido, podíamos ver y escuchar a las personas instaladas en las banquetas expresando su rechazo por la comunidad LGBTI con mensajes de condenación. Cuando pasábamos junto a esas personas, todos los saludábamos con gritos alzando las manos. Claro que no faltaba por ahí algún gay que hiciera señas groseras, pero en general todos simplemente saludábamos a esas personas que nos mostraban su rechazo. Después de caminar por más de una hora regresamos a la plaza central a continuar con el festival y otras actividades. Fue en ese momento cuando un amigo me llama y me dice que el pastor de la iglesia a la que asisto vino con algunas otras personas a regalar botellas de agua a la gente. Esa fue la mejor noticia que pude haber recibido (no las botellas de agua, sino la presencia del pastor). Yo asisto desde hace más de un año a una congregación cristiana cuyos miembros saben de mi preferencia y me aceptan dentro de sus actividades sin prejuicio alguno. Y ahora, el pastor decidió acudir al evento simplemente a conocer a la comunidad LGBT en Seúl. Rápidamente mi amigo ruso y otros dos amigos coreanos que nos acompañaban buscamos entre la multitud al pastor y su pequeño grupo. El pastor me recibió con un fuerte abrazo y le presenté a mis amigos. Platicamos un rato, tomamos agua y juntos disfrutamos de las últimas actividades del festival. Definitivamente este año pude disfrutar el festival dentro de un ambiente más diverso e internacional. El nivel de agresividad disminuyó mucho comparado con el año pasado y me dio la impresión de que la comunidad LGBTI ni siquiera se molestó en responder a los grupos conservadores. Es nuestro día ¿por qué arruinarlo con discusiones estériles? Creo que hay mejores formas de dialogar con quien muestre el interés por conocernos. Y precisamente con motivo del festival queer el pastor de la iglesia a la que asisto decidió de último momento preparar un mensaje especial para el servicio del domingo. Se trataba de la experiencia de vida de uno de los miembros fundadores de esta congregación. La invitación en facebook decía: “A gay Christian married man’s journey towards wholeness” (el trayecto de un hombre gay cristiano hacia la restauración). La congregación de más de 60 miembros estaba expectante porque no todos conocían la historia de vida de uno de sus miembros. El es coreano y su nombre en inglés es David. Yo he platicado con él personalmente en varias ocasiones y es un ser humano honesto y congruente. Durante la hora en la que compartió su trayecto como gay cristiano se soltaron varias lágrimas y la gente quedó muy conmovida con su historia. David se asume como un hombre gay, bendecido por tener una esposa y una familia. Reconoce que siempre tuvo y sigue teniendo atracción por personas de su mismo sexo, pero decidió ser leal a su esposa y a sus hijos. Su esposa es una mujer que lo apoya en todo momento y lo entiende. Algo que me llamó la atención de la plática de David fue su claridad al aceptar la existencia de una diversidad sexual a la que muchos no están acostumbrados y que a pesar de que mucha gente considera a la comunidad LGBTI como lo peor de la sociedad, David piensa que somos un regalo para la iglesia. Si pensamos –continúa David- que la tierra se enriquece con el estiércol y la sociedad considera a la comunidad LGBTI como algo sucio, pues entonces concluye que somos el elemento principal para enriquecer a esta sociedad. David se pronunció siempre por elevar la conversación hacia el amor, la inclusión y el entendimiento. A mí me quedó claro con este mensaje que podemos amarnos a pesar de nuestras diferencias. Al final el pastor concluyó el mensaje invitando a la congregación a crear un espacio seguro para los miembros de la comunidad LGBT que quisieran reunirse a buscar a Dios en un ambiente de entendimiento y diálogo. Mis dos amigos gays (un coreano y un ruso) que me acompañaron a la iglesia se sintieron muy cómodos y reconocieron que ese tipo de mensajes son los que hacen falta en medio de una sociedad que tiende a juzgar y excluir a lo diferente. Cuando escuché el llamado del pastor a la unidad e inclusión solo pude pensar en la oración de Jesús en Juan 17:21 “… para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Por un momento pude sentir esa unidad de la que hablaba Jesús. Y esa unidad, representa para mí un oasis en medio del desierto de la exclusión. Por Hugo Córdova Quero (*)
La masacre acontecida en Orlando, Florida, EEUU en la madrugada del domingo 12 de junio es un acto condenable, lamentable y doloroso. Este evento dejó 49 personas muertas y 53 heridas. Perpetrado en una disco gay llamada Pulse, la mayoría de las víctimas son de origen latino-americano, muchxs de ellxs inmigrantes. Es conocido que el estado de Florida es uno de los que mayor cantidad de personas de origen latinoamericano tiene junto con Texas y California. Según los datos del censo de 2010, la mayor parte de las personas latinas en EEUU trazan sus raíces étnicas en Centroamérica, México, Puerto Rico, Cuba y Sudámerica. Sobre una población de 280 millones de habitantes en el país, las personas latinas suman 35 millones. La triste matanza de Orlando, sin embargo, es un conglomerado de múltiples violencias que se solapan, potencian, invisibilizan y se cooptan de acuerdo a la ideología de quienes analizan la situación. De acuerdo al medio que unx recurra por información acerca de este hecho, unx recibirá la noticia filtrada de acuerdo a estas visiones sesgadas. No existe prensa independiente e imparcial, pues cada persona reportando una noticia lo hace desde su propio Sitz in Leben, su lugar en el mundo, el cual conlleva las ideologías aprendidas e incorporadas en el complejo proceso de socialización y culturización que cada persona realiza al crecer y formarse profesionalmente. Consciente de esta situación, el presente escrito no intenta ser imparcial ni “aséptico”. Al contrario, es una mirada más entre muchas que intentan comprender cuáles fueron las situaciones que se han gestado detrás del mismo. Permítanme exponer algunas de las situaciones que constituyen -a mi entender- las múltiples violencias que se entrecruzan en este hecho. En primer lugar, tenemos la violencia étnica que se produce hacia quienes no forman parte del grupo étnico hegemónico. El origen de las comunidades latinas en EEUU tiene diversas raíces, que van desde la anexión de territorios obtenidos luego de la derrota de México en la guerra con EEUU entre 1846-1848 en los que la población latina permaneció en el territorio pero sin los mismos derechos que las personas anglosajonas, hasta la migración y el exilio de miles de personas provenientes de América Latina. Una realidad en países con alto porcentaje de inmigrantes es la relegación de estas personas a un lugar de segunda. Es decir, la hegemonía de un país siempre está en manos de un grupo étnico que detenta el poder y los privilegios conllevados por ese poder, lo cual es independiente de su número. Es decir, ya sea la mayoría o la minoría numérica, el grupo étnico hegemónico detentará el poder y sus privilegios por sobre la situación de quienes son —consecuentemente— considerados subalternos. Hay minorías en el poder en, por ejemplo, los poderes coloniales que invaden otro territorio y someten a su población. En el caso de EEUU, la mayoría hegemónica se encuentra en la “raza blanca”, un constructo étno-ideológico que varía de lugar en lugar. Es decir, quienes pertenecen a la “raza blanca” pueden no serlo en otro lugar, pues la construcción de la blanquedad no es biológica ni genética sino ideológica. Su origen puede rastrearse hacia el científico Friedrich Blumenbach quien en 1795 “creó” la “raza caucásica” a través de una concepción estética particular: Para él, las personas del Cáucaso eran las más bellas del mundo. Este simple concepto subjetivo se convirtió en la base para la categorización de personas de acuerdo a su color de piel hasta nuestros días. Las personas latinas en EEUU son conscientes diariamente de esta situación. Las personas masacradas en Orlando pertenecen a un grupo étnico que constantemente sufre la violencia del nacionalismo étnico que los consideran “menos nacionales” que las personas de las “raza blanca”. Aún más, quien perpetró la matanza —Omar Mateen— es hijo de inmigrantes afganos y en los medios se lo denomina como “americanizado” no como “americano” que sería el gentilicio aplicado a las personas nacidas en el territorio, aunque nació en Nueva York. Es paradójico que para muchas personas caucásicas en EEUU las personas latinas no son “nacionales” pero en vista de este aparente “atentado terrorista” —volveremos sobre esto más adelante— las víctimas de esta masacre encarnan de la noche a la mañana el culmen de la “(norte)americanidad”. En segundo lugar, tenemos la violencia social. Es una realidad que en el sistema mundo moderno las migraciones constituyen una fuente “inagotable” de mano de obra barata para suplir las necesidades de los países que los reciben como migrantes. El ser inmigrante o descendiente de inmigrantes conlleva muchas aristas sociales, económicas, culturales y lingüísticas, entre otras. Las comunidades latinas en EEUU no están libres de padecer los efectos de estas situaciones, así como no lo están en otros países, incluidos países latinoamericanos como Argentina o Brasil. Al contrario, las personas latinas en EEUU son —junto con las comunidades afro-norteamericanas— quienes más ejemplifican aquellas situaciones. Las desventajas se notan en los lugares donde se puede alquilar departamento o casa, con servicios de inferior calidad, así como también el acceso a determinados trabajos. Si para las mujeres existe el “techo de vidrio” como una barrera para ascender en un determinado trabajo, para las personas inmigrantes o sus descendientes existe el “techo blanco” pues las “personas de color” —como se denomina a las personas no-caucásicas en EEUU— muchas veces no llegan a ciertas posiciones aunque estén mucho más calificadas que las personas de la “raza blanca”. Muchxs académicxs hablan incluso de un mercado laboral segmentado en sectores primarios —reservados para nacionales [de la étnia hegemónica]— y secundarios —reservados para extranjeros [y personas de étnicamente subalternas]—. Algo que el hecho de Orlando no muestra —quizás por considerarse “secundario”— es dónde se ubicaban/ubican las personas que frecuentaban el lugar y que fueron victimizadas. En tercer lugar, encontramos la violencia homofóbica, transfóbica, lesbofóbica y contra otras personas de la diversidad sexual. Como en el caso anterior, esta(s) violencia(s) también suceden en otros países, incluida América Latina. Por ejemplo, la negativa de muchos países de reconocer la orientación sexual o la diversidad sexual como parte de los Derechos Humanos, testifica el grado de escozor que este tema genera en las políticas nacionales e internacionales. En EEUU —a diferencia de otros países donde fueron los Congresos Nacionales los que garantizaron ciertos derechos para las personas de la diversidad sexual o queer— ha sido la Corte Suprema la que ha salido a remediar situaciones de injusticia y de violencia contra la diversidad sexual. El hecho de que la masacre fuese llevada a cabo en una disco gay también habla de el odio que muchas personas tienen hacia la diversidad sexual. Las explicaciones de este odio pueden ser muchas, e incluso una de ellas puede ser la propia no-aceptación de una situación personal. Hemos leído y escuchado en los medios que la ex-esposa de Mateen sospechaba que fuera gay y algunas personas sobrevivientes lo han identificado como una persona que habitualmente frecuentaba esa disco. Podemos decir junto con las comunidades de la diversidad sexual en EEUU y el resto del mundo que esta masacre tiene ribetes de un “crímen de odio” pero no es el único elemento que provocó esta situación. Centrarlo sobre un solo elemento es continuar invisibilizando otras violencias que se solaparon en el evento. En cuarto lugar, podemos hablar de una violencia geopolítica. Aquí entramos en el plano de las relaciones internacionales y de la denominada “guerra contra el terrorismo”. De nuevo, las comunidades afro-norteamericanas y latinas conocen muy bien esta situación. El mismo domingo 12 de junio James Wesley Howell, de Jeffersonville, Indiana, fue arrestado cuando se disponía a disparar y lanzar bombas sobre la Marcha del Orgullo en la ciudad de Los Ángeles, California. Debido a que Howell es caucásico no ha sido procesado por cargos de terrorismo. Aquí yace otra arista que se entrecruza en el terrible episodio de Orlando. Cuando una persona caucásica en EEUU dispara con otras personas, generalmente la prensa lo cataloga como alguien que está “desequilibrado mentalmente” mientras que cuando una persona “de color” —subalterna al grupo étnico hegemónico— dispara contra otras personas es automáticamente catalogada de “terrorista”. Esto es debido a que se entrecruzan dos aspectos que tienen que ver con construcciones geopolíticas y raciales. Por un lado, lo subalterno en una sociedad industrializada es siempre sospechoso porque interrumpe la aparente homogeneidad con la que sueña el grupo étnico hegemónico. Por otro lado, esa construcción de la alteridad como amenaza se trasvasa hacia quienes viven fuera del territorio del Estado-nación. Debido a esto, la etiqueta de qué se considera “terrorismo” y qué no se aplica basada en otros criterios que la amenaza en sí misma, como lo ejemplifica la catalogación de Mateen en Orlando y la falta de catalogación de Howell en Los Ángeles. Lo geopolítico construye y demoniza la alteridad en un acto simbiótico que reifica y sustenta la “pureza” y “benignidad” de quienes degradan esa alteridad. Por lo tanto, la vida de quienes habitan dentro de las fronteras de los Estado-nación hegemónicos en el sistema-mundo moderno son consideras como “valiosas” por sobre las de aquellos Estado-nación subalternas que son consideradas como “descartables”. Es por esto que pronto todo el mundo se apresuró —incluido el Presidente de EEUU— a denominar a las víctimas de esta masacre como “americanxs” y no como “latinas/os”. Si esta masacre hubiera acontecido en algún Estado-nación subalterno —donde la matanza cotidiana entre personas de la diversidad sexual es tal— muchos medios de comunicación y redes sociales no se habrían apresusado a decir “Somos todxs Orlando”. Hay una raíz colonial encarnada en una colonialidad de poder que todavía es ejercida por los países hegemónicos, cuyos ciudadanos pueden contar sus vidas como “valiosas”. Finalmente, en quinto lugar, tenemos la violencia teo(ideo)lógica. En la masacre de Orlando incluso se esgrimen argumento teo(ideo)lógicos que justifican posiciones personales en lugar de tener asidero en las tradiciones bíblico-teológicas que dicen representar, tal como el caso de la Iglesia Bautista de Westboro en Topeka, Kansas. Es interesante notar que Topeka junto con la calle Azusa en la ciudad de Los Ángeles, California, son los lugares donde trazamos los orígenes del pentecostalismo en los albores del siglo XX, con su preocupación por la desigualdad social y el bienestar de las clases subalternas. Sin embargo, la Iglesia Bautista de Westboro —muy alejada de esos contextos históricos— se ha hecho notoriamente famosa por sus continuas apariciones mediáticas celebrando la muerte y condenación de personas queer, militares, católicorromanas, musulmanes y judías. No faltan los argumentos que degraden esta masacre debido a la orientación sexual de quienes asistían a esa disco, o quienes lo hagan por el carácter étnico o el estatus nacional de esas personas. Todo eso legitimado desde posiciones teo(ideo)lógicas que degradan y violentan la vida de las personas en su cotideaneidad y fuero íntimo. Si bien un país como EEUU tiene un carácter laico con su separación entre Religión y Estado —en un mundo plurirreligioso como en el que vivimos ya no usamos el término “Iglesia” porque representa a sectores cristianos—, la realidad es que lo religioso —sobre todo aquel representado por la derecha cristiana tanto católicorromana como evangélica y sus lobbies— influye de manera tremenda en la vida socio-política de esa nación. Usar el slogan “God Bless America” [Dios bendiga EEUU], que los billetes tengan la frase “In God We Trust” [En Dios confiamos] o que las personas juren poniendo su mano sobre escritos sagrados al tomar una oficina pública son hechos que atestiguan que la separación entre Religión y Estado es, al menos, cuestionable. Así, lo religioso se encuentra en el sustrato básico ideológico —lo que Ferdinand Braudel denomina “long dureé” [de largo plazo]— influenciando cada aspecto de la sociedad norteamericana aunque las costumbres y los hechos de la vida cotidiana cambien rápidamente. Hablamos de teo(ideo)logías para denunciar y visibilizar el carácter ideológico que estas teologías —con su lectura sesgada de los textos sagrados y sus prácticas religiosas exclusivistas— poseen. Creo y afirmo que la masacre de Orlando es un hecho no solo repudiable sino que también debiera ser irrepetible. Nadie tiene derecho a tomar la vida de otrx ser —y esto implica también pensar en nuestra responsabilidad en la destrucción de otras especies en este planeta— y los mecanismos que posibilitan esto —como la libre venta de armas fomentada por la industria armamentista— debieran ser proscriptos. Sin embargo, creo que no se hace justicia ni a las víctimas de esta masacre ni a sus seres queridos si continuamos invisibilizando las desventajas que las personas en el sistema-mundo moderno enfrentan día a día. Las múltiples violencias que confluyeron en este triste evento no son cuestión de gusto y elección sino que constituyen los entramados del poder colonial y la desigualdad en la que se organiza el sistema-mundo moderno. Lo que los medios de comunicación nos quieren hacer pensar es que uno puede elegir su propia bandera de opresión y deslegitimar otras opresiones, pero lo que Orlando nos muestra es que se ha convertido en la geografía donde distintas injusticias se fusionaron en un acto catastrófico. Esta geografía se reproduce casi cotidianamente en otros hechos de violencia(s): los cayucos donde perecen inmigrantes de África a Europa, la represión a exiliadxs de países en conflicto, el hambre de niñas y niños en distintas partes del mundo, la muerte por causa de la orientación sexual en las calles de todas las ciudades el mundo, la segregación racial en micro-violencias cotidianas en el mercado laboral y en las familias de quienes han emigrado, entre otras. Un tributo a quienes perdieron su vida en esta masacre condenable sería vivir y actuar de modo que cada vida sea “valiosa”, independientemente de nuestros mecanismos de separación y exclusión. -- (*) El autor es Doctor en Estudios Interdisciplinarios en Migración, Etnicidad y Religión (2009) y Magíster en Teología Sistemática y Teorías Críticas (Feminista, Poscolonial y Queer) (2003), ambos por el Graduate Theological Union (GTU), en Berkeley, California. Actualmente se desempeña como Profesor Adjunto y Director del Departamento de Educación Online en el Starr King School, GTU. Miembro de GEMRIP, del Grupo Transpacífico para el Estudio de la Religión y la Sexualidad en Asia (EQARS) y de la Queer Migrations Research Network. Sus áreas de especialización son estudios religiosos, teología sistemática y teologías queer, teorías críticas, estudios étnicos y migratorios. Publicado originalmente en: <http://gemrip.org/pulse-la-interseccion-de-multiples-violencias-en-la-masacre-de-orlando/>. Reproducido con permiso. |
Coordinadorxs: Geraldina Alvarez y Hugo OquendoLas contribuciones de este blog son escritas por integrantes y por aliadxs de la Red de Teologías y Pastorales Queer. Archives
June 2016
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