por Joaquín
Por segunda ocasión en mis más de cuarenta años de vida participé en la marcha del orgullo gay en Seúl, Corea del Sur, edición 2016. A diferencia del año anterior, hoy guardaba mucha expectativa acerca de las actividades de la comunicad LGBTI en Corea, así como la manera en la que enfrentarían la oposición de ciertos grupos conservadores que se instalan alrededor de la plaza central de Seúl en donde se celebra el festival, el cual se le conoce en coreano como el Festival Cultural Queer. El año pasado el lema del festival fue Queer Revolution. Este año fue "Queer I’am". Con la experiencia del año pasado, acudí al evento con mayor seguridad y acompañado de un amigo ruso. Toda una experiencia para él si consideramos que en su país jamás se ha realizado un evento LGBTI de esta naturaleza. Tanto él como yo estábamos muy emocionados de participar juntos en el festival, dentro de una cultura tan diferente a la Occidental. Sin embargo, me di cuenta de que para la comunidad LGBTI no existen esas diferencias culturales a la hora de expresarse públicamente. Desde antes de llegar uno podía reconocer en los alrededores a los gay y lesbianas con sus amigos dirigiéndose a la plaza central. Al llegar a la zona del festival nos encontramos con cientos de policías que custodiaban el evento de algunos grupos conservadores que agitaban pancartas con mensajes de rechazo y odio. Al igual que el año pasado, sentí que por ese día estaba protegido de cualquier discriminación al expresarme públicamente dentro del espacio del festival. La gente comenzó a llegar desde las 11:00 am para disfrutar de los diferentes eventos. En toda la plaza central se instalaron diferentes puestos que atestiguaban la diversidad que representa el arcoíris para la comunidad LGBTI. Primero estaban los grupos culturales que regalaban tatuajes, fotografías, libros y daban información de diferentes asociaciones artísticas y de derechos humanos. Luego, para mi sorpresa, se ubicaba la sección religiosa. Sí, tres iglesias incluyentes que celebraron sus servicios de oración en medio de la multitud dentro del festival. Una de ellas organizó una serie de cantos y alabanzas cristianas que llamaron la atención de todos los que pasaban por ahí y se reunían a cantar con nosotros. Por increíble que parezca pude ver como se alababa a Dios dentro del festival queer. Luego seguían las secciones de las embajadas, las alianzas gay-heterosexuales, los grupos de lesbianas, la sección de bocadillos y bebidas, el área del festival de cine gay y muchos otros grupos que representaban la gran diversidad de la comunidad LGBTI. Lo más interesante que pude observar fue la presencia de gente heterosexual, algunas familias con sus hijos, gente en silla de ruedas y parejas heterosexuales tomados de la mano. Realmente se respiraba ese espíritu de convivencia sin importar las diferencias. En esta ocasión hubo representantes extranjeros de la sociedad civil, con lo que se ve la apertura que está comenzando a tener Corea del Sur. A las 4:00 pm se hizo un anuncio importante: el mapa del recorrido de la marcha. Y lo considero un anuncio importante porque el año pasado la ruta del desfile permaneció en secreto con el fin de evitar que ciertos grupos conservadores impidieran el paso del contingente. Esta vez se nos presentó en pantalla gigante, a la vista de todos, las calles por la que juntos caminaríamos por más de 3 kilómetros. Durante casi todo el recorrido, podíamos ver y escuchar a las personas instaladas en las banquetas expresando su rechazo por la comunidad LGBTI con mensajes de condenación. Cuando pasábamos junto a esas personas, todos los saludábamos con gritos alzando las manos. Claro que no faltaba por ahí algún gay que hiciera señas groseras, pero en general todos simplemente saludábamos a esas personas que nos mostraban su rechazo. Después de caminar por más de una hora regresamos a la plaza central a continuar con el festival y otras actividades. Fue en ese momento cuando un amigo me llama y me dice que el pastor de la iglesia a la que asisto vino con algunas otras personas a regalar botellas de agua a la gente. Esa fue la mejor noticia que pude haber recibido (no las botellas de agua, sino la presencia del pastor). Yo asisto desde hace más de un año a una congregación cristiana cuyos miembros saben de mi preferencia y me aceptan dentro de sus actividades sin prejuicio alguno. Y ahora, el pastor decidió acudir al evento simplemente a conocer a la comunidad LGBT en Seúl. Rápidamente mi amigo ruso y otros dos amigos coreanos que nos acompañaban buscamos entre la multitud al pastor y su pequeño grupo. El pastor me recibió con un fuerte abrazo y le presenté a mis amigos. Platicamos un rato, tomamos agua y juntos disfrutamos de las últimas actividades del festival. Definitivamente este año pude disfrutar el festival dentro de un ambiente más diverso e internacional. El nivel de agresividad disminuyó mucho comparado con el año pasado y me dio la impresión de que la comunidad LGBTI ni siquiera se molestó en responder a los grupos conservadores. Es nuestro día ¿por qué arruinarlo con discusiones estériles? Creo que hay mejores formas de dialogar con quien muestre el interés por conocernos. Y precisamente con motivo del festival queer el pastor de la iglesia a la que asisto decidió de último momento preparar un mensaje especial para el servicio del domingo. Se trataba de la experiencia de vida de uno de los miembros fundadores de esta congregación. La invitación en facebook decía: “A gay Christian married man’s journey towards wholeness” (el trayecto de un hombre gay cristiano hacia la restauración). La congregación de más de 60 miembros estaba expectante porque no todos conocían la historia de vida de uno de sus miembros. El es coreano y su nombre en inglés es David. Yo he platicado con él personalmente en varias ocasiones y es un ser humano honesto y congruente. Durante la hora en la que compartió su trayecto como gay cristiano se soltaron varias lágrimas y la gente quedó muy conmovida con su historia. David se asume como un hombre gay, bendecido por tener una esposa y una familia. Reconoce que siempre tuvo y sigue teniendo atracción por personas de su mismo sexo, pero decidió ser leal a su esposa y a sus hijos. Su esposa es una mujer que lo apoya en todo momento y lo entiende. Algo que me llamó la atención de la plática de David fue su claridad al aceptar la existencia de una diversidad sexual a la que muchos no están acostumbrados y que a pesar de que mucha gente considera a la comunidad LGBTI como lo peor de la sociedad, David piensa que somos un regalo para la iglesia. Si pensamos –continúa David- que la tierra se enriquece con el estiércol y la sociedad considera a la comunidad LGBTI como algo sucio, pues entonces concluye que somos el elemento principal para enriquecer a esta sociedad. David se pronunció siempre por elevar la conversación hacia el amor, la inclusión y el entendimiento. A mí me quedó claro con este mensaje que podemos amarnos a pesar de nuestras diferencias. Al final el pastor concluyó el mensaje invitando a la congregación a crear un espacio seguro para los miembros de la comunidad LGBT que quisieran reunirse a buscar a Dios en un ambiente de entendimiento y diálogo. Mis dos amigos gays (un coreano y un ruso) que me acompañaron a la iglesia se sintieron muy cómodos y reconocieron que ese tipo de mensajes son los que hacen falta en medio de una sociedad que tiende a juzgar y excluir a lo diferente. Cuando escuché el llamado del pastor a la unidad e inclusión solo pude pensar en la oración de Jesús en Juan 17:21 “… para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”. Por un momento pude sentir esa unidad de la que hablaba Jesús. Y esa unidad, representa para mí un oasis en medio del desierto de la exclusión.
0 Comments
Leave a Reply. |
Coordinadorxs: Geraldina Alvarez y Hugo OquendoLas contribuciones de este blog son escritas por integrantes y por aliadxs de la Red de Teologías y Pastorales Queer. Archives
June 2016
Categories |